En los últimos diez años, se ha incrementado notablemente el número de personas con alergias e intolerancias alimentarias. Esto se hace patente en nuestra vida diaria, pues ahora los menús de los restaurantes siempre indican con toda claridad los alérgenos de cada plato, cosa que hace unos años no se veía con tanta frecuencia. Pero, ¿cuál es el motivo? Aunque no existe ninguna hipótesis totalmente contrastada, sí sabemos que nuestra dieta cambia rápidamente, avanzando hacia el consumo de alimentos ultraprocesados, con multitud de conservantes, saborizantes, colorantes, etc.
Esto, junto con la sobreexposición a ciertos alimentos, como la leche o el trigo, son dos factores que determinan un índice creciente de alergias e intolerancias alimentarias. En este artículo vamos a ver en qué consisten, cuál es la genética que hay tras ellas, y cómo puede ayudarnos el viaje único que emprendemos con ADNTRO y nuestra prueba de ADN.
Definición de alergia e intolerancia alimentaria y diferencia entre ellas
La alergia es la respuesta inmunitaria que se produce cuando el organismo entra en contacto con un agente extraño o un determinado alimento (que se denomina alérgeno), que para la población normal resulta inocuo. Esta respuesta inmunitaria consiste un proceso inflamatorio desencadenado mediante la producción de anticuerpos de tipo IgE, y causa síntomas de distinta gravedad, que van desde una irritación menor hasta problemas respiratorios y shock anafiláctico.
Las intolerancias alimentarias, en cambio, son reacciones adversas no inmunitarias producidas cuando el organismo no es capaz de procesar o digerir un determinado compuesto de los alimentos, lo que puede causar problemas digestivos de distinta gravedad, siendo los más frecuentes dolores abdominales, gases y diarrea. Según lo que las cause, distinguimos intolerancias de tipo metabólico o enzimático, farmacológicas y de causa indeterminada.
Por tanto, la principal diferencia entre alergia e intolerancia alimentaria es que la primera activa una respuesta inmune, y la segunda no lo hace.
Además, en ambos casos la ingestión del alimento en cuestión (alérgeno) es la responsable de la sintomatología posterior, pero en el caso de las intolerancias, muchos de los afectados pueden tolerar pequeñas cantidades del alimento sin que ello les suponga grandes molestias. Las reacciones que se desencadenan cuando un intolerante a una determinada sustancia la ingiere son dosis-dependientes, ya que los síntomas se hacen más patentes cuanto mayor es la dosis ingerida.
Genética de las alergias y de las intolerancias alimentarias
Los procesos alérgicos presentan un acúmulo familiar, lo que quiere decir que un número significativo de pacientes alérgicos tiene antecedentes familiares de alergia. Esto sugiere, por tanto, la existencia de una predisposición genética a la alergia. Sin embargo, se ha observado que la herencia de la alergia no sigue un patrón mendeliano claro, ya que su aparición está determinada por varios genes con efectos aditivos (poligenia) que además interaccionan con factores ambientales.
En cuanto a las intolerancias, hay que considerar separadamente cada una de ellas, ya que, aunque en todas existe un componente genético, este será distinto dependiendo del tipo de intolerancia que analicemos (metabólica, farmacológica, etc.).
¿Qué aspectos nutricionales podemos descubrir a partir de lo que llevamos ADNTRO?
El viaje que emprendemos con ADNTRO nos da información sobre nuestra mayor o menor predisposición a desarrollar alergias al cacahuete (y muy pronto también al marisco y al huevo) e intolerancias alimentarias a la lactosa, fructosa y gluten. Pero, ¿cómo se calcula esta predisposición?
Para explicarlo, pongamos el ejemplo de la intolerancia a la lactosa. La intolerancia a la lactosa es el principal ejemplo de intolerancia metabólica y es causada por un déficit de la enzima lactasa, encargada de descomponer la lactosa en galactosa y glucosa.
El primer paso es localizar dentro de un determinado gen la posición de las variantes genéticas involucrados en el desarrollo de la intolerancia a la lactosa. Para ello, se revisan y se consultan estudios de asociación (más conocidos como GWAS, por sus siglas inglesas Genome-wide association study) incluidos en el catálogo del NHGRI (National Human Genome Research Institute).
Los estudios de tipo GWAS se basan en comparar el genotipo de núcleos familiares que presentan un determinado rasgo o patología (en nuestro ejemplo, la intolerancia a la lactosa) con el genotipo de la población control. De esta forma, se puede localizar variantes genéticas cuya frecuencia sea más elevada en pacientes (con intolerancia) que en controles.
Una vez localizadas las variantes genéticas prevalentes en personas con intolerancias, el siguiente paso es analizar el genotipo de una persona. Al hacerlo, nos fijaremos en la variante asociada a la intolerancia a la lactosa (identificada gracias a los estudios GWAS) y comprobaremos si esa persona presenta la variante prevalente en el grupo de pacientes o la variante prevalente en la población control. Así es cómo podremos determinar su mayor o menor predisposición genética, respectivamente, a desarrollar dicha intolerancia alimentaria.
Un tipo de variante genética muy utilizada en estudios de tipo GWAS son los SNPs (polimorfismos de un solo nucleótido), que son variantes genéticas de una sola base. Siguiendo con nuestro ejemplo de intolerancia a la lactosa, en ADNTRO analizamos dos SNPs localizados en el gen MCM6, que se encarga de regular la cantidad de lactasa que genera el organismo. Las personas cuyo genotipo coincida con los SNPs asociados a la intolerancia, tendrán mayor predisposición a padecerla que aquellas cuyo genotipo no coincida.
La intolerancia a la fructosa o fructosemia, en cambio, consiste en un trastorno genético presente desde el nacimiento, causado por un déficit de fructosa-1-fosfato aldolasa hepática, también llamada enzima aldolasa B. El gen que codifica esta enzima se denomina ALDOB, y la presencia de variantes en su secuencia permite identificar personas con intolerancia a la fructosa.
El caso de la intolerancia al gluten o enfermedad celíaca es más complejo, ya que se trata de una condición permanente, en cuyo desarrollo influyen factores genéticos, ambientales e inmunológicos, y por ello no es del todo correcto clasificarla dentro de las intolerancias alimentarias.
Dado que nuestra relación con la comida es muy importante y especial, y sabiendo que nuestros genes controlan la forma en que digerimos, absorbemos y utilizamos los nutrientes, te invitamos a subir a bordo y comenzar este viaje con nosotros.
Bibliografía
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Otros recursos