El término sueño hace referencia tanto al acto de dormir como a la actividad de la mente que tiene lugar durante ese periodo de descanso. Es una necesidad biológica que permite restablecer las funciones físicas y psicológicas esenciales para un pleno rendimiento. Mientras dormimos se producen un gran número de actividades como la reorganización neuronal, consolidación y almacenamiento de recuerdos relevantes.
En el ámbito del sueño, existen diversas patologías que pueden afectar a la salud física, a la vida personal (familia, trabajo y vida social) e incluso a la salud mental en los casos más severos.
La más conocida es el insomnio. Existen dos tipos, el transitorio y el crónico. El primero es el más común. Es causado por estrés, ansiedad, jet lags, preocupaciones… Me atrevería a decir que todos hemos experimentado esta alteración del sueño en algún momento de nuestra vida y no por ello tenemos que alarmarnos. Lo que sí debe preocuparnos es si dicha alteración se vuelve recurrente, es decir, si padecemos insomnio crónico.
En este último término se engloban problemas en la reducción de la capacidad de dormir, ya sea por problemas en la conciliación del sueño (insomnio crónico de inicio) o por problemas de mantener el sueño (insomnio crónico de mantenimiento).
Recientemente, debido a la situación actual frente al COVID 19, se ha definido un tercer tipo de insomnio, el covid-somnio o coronasomnia. El número de personas que padecen insomnio ha incrementado en tiempos de pandemia. Los expertos lo acusan a cambios en nuestro estilo de vida (muchas horas en casa tumbados, reducción de la actividad física y reducción de movilidad), la incertidumbre, la preocupación, el estrés y la ansiedad.
Sea como sea, el insomnio disminuye nuestras horas de sueño que resultan necesarias para restablecer las funciones de nuestro organismo (mínimo 4 horas de sueño). No obstante, resulta sorprendente cómo varían las horas de sueño naturales a lo largo de la población. Hay gente que necesita entre 9 y 10 horas de sueño para estar enérgico y otras que con apenas 5 horas no tienen ni una ojera.
Existe un componente genético que afecta tanto a las horas naturales de sueño como al insomnio, pero no son las únicas características del sueño asociadas a variantes genéticas.
Se conocen asociaciones genéticas relacionadas con la roncopatía (ronquidos) y los ritmos de sueño-vigilia (cronotipo o reloj biológico). El sueño, al igual que otras funciones del organismo, está regulado por el conocido reloj biológico o ritmo circadiano (ciclo de 24 horas) que adapta nuestra fisiología a diferentes fases del día. Esta “maquinaria” establece a qué hora del día aumenta nuestra propensión para dormir, enviando una señal a una glándula endocrina situada en el cerebro para que comience la producción de melatonina (hormona responsable del ciclo diurno/nocturno).
Normalmente, los centros reguladores del sueño reciben la señal de activación al anochecer y se desactivan progresivamente por la mañana. Sin embargo, el reloj biológico puede estar influenciado por factores genéticos (entre otros motivos) que clasifican a la población en dos grandes grupos: personas de mañana y personas de noche.
En ADNTRO trabajamos para ofrecerte una nueva sección, una sección del sueño. En ella podrás conocer tu predisposición genética a padecer insomnio, a roncar, a dormir más o menos horas de forma natural, el cronotipo al que perteneces y si tiendes a estar adormilado a lo largo del día acorde a tu genética. ¡Forma parte de ADNTRO y te mantendremos informado de todas las actualizaciones!
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