El lipedema es una enfermedad crónica y progresiva del tejido graso que afecta aproximadamente a 1 de cada 10 mujeres en el mundo. Se caracteriza por la acumulación anómala de grasa en piernas, muslos, caderas y, en algunos casos, también en los brazos.
Lo más llamativo es que esta acumulación es desproporcionada respecto al resto del cuerpo: mientras el tronco puede mantener un peso normal o incluso bajo, las extremidades aumentan de volumen de manera visible.
Aunque todavía no se conocen con exactitud sus causas, se cree que existe una combinación de factores genéticos, hormonales e inflamatorios que favorecen su aparición. De hecho, suele manifestarse en etapas de grandes cambios hormonales como la pubertad, el embarazo o la menopausia.
A pesar de su frecuencia, el lipedema continúa siendo una enfermedad poco diagnosticada y mal entendida, muchas veces confundida con obesidad, linfedema o celulitis. Es por ello que conocer la predisposición genética a dicha enfermedad con test genéticos como los de ADNTRO puede ser de gran utilidad.
Cómo se diagnostica
El diagnóstico de lipedema no siempre es sencillo. En algunos casos, es necesario recurrir a pruebas de imagen como la resonancia magnética o el ultrasonido, que ayudan a descartar otras patologías similares y a confirmar la presencia de tejido adiposo patológico.
Grados de lipedema
La enfermedad suele clasificarse en tres grados, según la apariencia y consistencia de la piel:
- Grado I: La piel es suave y uniforme, aunque bajo ella se perciben pequeños nódulos de grasa.
- Grado II: La piel se vuelve irregular y más dura al tacto.
- Grado III: La superficie cutánea es adiposa, especialmente en caderas y tobillos, con abundantes nódulos de distintos tamaños.
Síntomas más frecuentes
Los signos y síntomas del lipedema pueden variar de una persona a otra, pero los más habituales incluyen:
- Aumento desproporcionado de grasa en piernas (y a veces brazos), resistente a dieta y ejercicio.
- Sensibilidad al tacto y dolor, incluso con roces leves.
- Sensación de pesadez y cansancio en las extremidades inferiores.
- Moretones espontáneos sin causa aparente.
- Inflamación y retención de líquidos, que empeoran a lo largo del día.
- Cambios en la piel, que puede presentar celulitis, bultos o protuberancias.
- Limitación de la movilidad, especialmente cuando la acumulación de grasa rodea las articulaciones.
Posibles causas
Aunque todavía no existe una explicación definitiva, diversos factores parecen influir en el desarrollo del lipedema:
- Genética: tener antecedentes familiares y ciertas variantes genéticas aumenta el riesgo.
- Cambios hormonales: los estrógenos parecen desempeñar un papel clave.
- Inflamación crónica: podría afectar la distribución y el funcionamiento del tejido graso.
- Factores vasculares: se ha observado relación con alteraciones en los vasos sanguíneos y el sistema linfático.
- Estilo de vida: el sedentarismo y el aumento de peso pueden agravar la enfermedad, aunque no son su causa directa.