A lo largo de su vida, el ser humano experimenta una amplia gama de emociones desencadenadas por experiencias o recuerdos. Estas reacciones no son solo psicológicas, también responden a procesos químicos en el cerebro, regulados por neurotransmisores como la serotonina.
La serotonina, cuyo nombre científico es 5-hidroxitriptamina, es conocida como una de las “hormonas de la felicidad” por su papel fundamental en el control del estado de ánimo. Se produce a partir del aminoácido triptófano y su mayor concentración se encuentra en el intestino.
Cumple un papel fundamental en la regulación de múltiples funciones físicas y mentales, como el estado de ánimo, el sueño, el apetito, la digestión, las emociones, la memoria y el aprendizaje. Además, al ser precursora de la melatonina, contribuye a regular los ciclos de sueño-vigilia y el reloj biológico.
Principales funciones
La serotonina es un neurotransmisor ampliamente reconocido por su papel en la regulación de las emociones y el estado de ánimo. Sin embargo, sus funciones van mucho más allá. Entre sus principales roles, se destacan:
- Regulación del apetito, generando sensación de saciedad.
- Modulación de la conducta y la atención.
- Control de la temperatura corporal.
- Regulación del deseo sexual.
- Influencia en la actividad motora, la percepción y la función cognitiva.
- Participación, junto con la dopamina y la noradrenalina, en procesos relacionados con la ansiedad.
- Regulación de la secreción hormonal, como en el caso de la melatonina, implicada en los ritmos circadianos y el sueño.

Serotonina y depresión
La depresión se asocia frecuentemente con niveles bajos de serotonina en el cerebro. Esto puede provocar síntomas como tristeza persistente, pérdida de interés en las actividades cotidianas, fatiga y dificultades para concentrarse.
Los neurotransmisores, como la serotonina, son sustancias químicas que transmiten señales entre las neuronas. Una vez completada la transmisión, suelen ser reabsorbida por la célula emisora en un proceso llamado recaptación. Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina actúan bloqueando este proceso, lo que impide que el neurotransmisor sea reabsorbido. Como resultado, los niveles del neurotransmisor permanecen más tiempo activos en el espacio sináptico, potenciando su efecto y contribuyendo a mejorar el estado de ánimo en personas con depresión o trastornos relacionados.
Entre los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina aprobados por la FDA, destacan el fluoxetina (prozac), citalopram (Celexa), escitalopram (Lexapro) entre otros.
En casos poco frecuentes, puede presentarse una afección grave conocida como el síndrome de la serotonina que ocurre al tener excesivos niveles de esta hormona. Un exceso de serotonina en el organismo puede provocar síntomas como temblores y diarrea, rigidez muscular, fiebre alta y convulsiones. Este trastorno suele surgir al aumentar la dosis de ciertos medicamentos o al iniciar un nuevo tratamiento farmacológico que afecta los niveles de serotonina. La causa más común es la combinación de fármacos inhibidores selectivos de la recaptación de este neurotransmisor como un antidepresivo junto con otros medicamentos como medicamentos para la migraña.
Acciones que influyen en los niveles de serotonina
Diversas acciones pueden influir en los niveles de serotonina en el organismo:
- Actividades como la exposición a la luz solar, el ejercicio regular, las técnicas de relajación (como el yoga), los cambios de rutina, los viajes, los nuevos proyectos y el ocio saludable contribuyen a aumentar su producción.
- En cambio, factores como una dieta baja en triptófano, el estrés, un ritmo de vida acelerado, la falta de actividad física, los desequilibrios hormonales y la diabetes pueden reducir la síntesis de serotonina, pueden disminuir la producción de serotonina en el cuerpo, impactando de forma negativa en el bienestar emocional. Esta disminución es aún más notable en situaciones de estrés crónico prolongado, donde los niveles de serotonina tienden a reducirse considerablemente.